Mucho se habla sobre si hay que hacer un legrado después de cada aborto o no siempre. La realidad es que el legrado es una parte fundamental con el fin de evitar la aparición de infecciones en el interior de la mujer o hacer que queden en el útero restos de células que son propias del embarazo.
¿Qué es el legrado?
Cuando nos referimos al legrado en el aborto nos estamos refiriendo a un tipo de técnica que se utiliza para raspar las paredes del útero con el fin de eliminar toda la mucosa del endometrio.
Durante el aborto espontáneo o el aborto involuntario, el embrión fallece en el interior, con lo cual, si se llega a expulsar por completo, entonces hay lo que se llama un aborto completo, pero cuando el embrión queda una parte en el interior, hay que eliminarlo para que no aparezca una infección en el interior o complicaciones futuras. Aquí es cuando el legrado en el aborto aporta sus beneficios y hace todo lo necesario para ello, evitando que existan problemas en la paciente.
Aunque el aborto no es el único momento en el que se aplica el legrado, sí que es el más común de todos y el que con más frecuencia es aplicado por los profesionales.
Generalmente el proceso permite que la paciente vuelva a casa el mismo día o al día siguiente según cada caso. En los próximos días podría tener más flujo vaginal, un poco de sangrado o incluso un poco de dolor en la zona más baja de la espalda. Aún así, podrá volver a su vida normal ese mismo día evitando hacer grandes esfuerzos físicos.
Sólo en casos muy específicos se puede llegar a experimentar una hemorragia o similar, debiendo acudir de inmediato al hospital para su revisión y atención por parte del especialista ginecólogo.
El legrado en el aborto es la técnica más clásica para cuidar la salud de la mujer y prevenir otras complicaciones que pueden ser graves, permitiendo así que pueda volver a quedar embarazada en el futuro.