Se conoce como "aborto diferido" cuando, de forma repentina, el embarazo termina pero el feto muerto sigue creciendo dentro del vientre materno.
Sin saber los motivos, la situación puede pasar inadvertida, sin embargo una vez detectada la situación hay que extraer todo el tejido fetal, bajo supervisión médica, ya que de quedar algún resto dentro podría ser una fuente de infecciones y poner en peligro el útero o incluso la vida de la mujer.
Algunas veces se recetan algunos medicamentos para ayudar a la expulsión de los restos del embarazo, pero hay que tener cuidado porque los restos fetales podrían ser expulsados de forma parcial.
Tras la operación, el médico debe recetar los medicamentos necesarios para contrarrestar la debilidad producida por los severos cambios hormonales, además, si fuera necesario también se puede recomendar terapia psicológica, porque muchas mujeres han manifestado esta experiencia como traumática.