Cuando se produce la inseminación, ya sea de forma natural o artificial, existe un 10% de posibilidades de que el embrión implantado interrumpa su desarrollo por causas desconocidas, se desprenda del endometrio y sea posteriormente eliminado con la mestruación.
Esta situación también se conoce como embarazo bioquímico o micro-aborto y aunque no supone ningún problema fisiológico, si que puede suponer un problema psicológico en algunos casos.
En las mujeres que han sufrido un aborto químico, posteriormente aumentan las posibilidades de éxito de una nueva transferencia embrionaria.
La mayoría de los casos de micro-aborto pasan desapercibidos y normalmente sólo en los casos de inseminación artificial se suelen detectar, debido al resultado positivo que confirma la existencia de la hormona beta-hCG en la sangre de la embarazada.